Me encantan los días de estreno. Después de esperar durante meses a que todo esté listo (correcciones, portada, sinopsis, fecha de publicación) por fin puedes decir: aquí está, espero que os guste.
Y puedes hablar de ella, y es que hacerlo antes da un poco de reparo, es como hablar sola. Pero como ya está disponible en todas las plataformas digitales quería explicaros cómo surgió Forajido.
Resulta (soy así de acaparadora) que tengo esbozos de posibles tramas casi para cada época, Renacimiento, Antigua Roma, Inglaterra victoriana... (luego dejo de soñar despierta y se me pasa). También una sobre el lejano oeste, pero no se trataba de esta. La que tenía pensada (y no sé si algún día escribiré) iba sobre un jugador de cartas (tramposo, por supuesto) y la dueña de un saloon. Y lo poco que sabía de ella era que iba a ser divertida.
Seguramente por eso está sin escribir, y es que muchas veces me pregunto por qué no hago más historias divertidas en lugar de buscar a conciencia personajes sufrientes y atormentados (¡sí! lo sé XD), pero es que tengo una vena dramática que me pierde y me cuesta horrores evitar que las líneas argumentales se me llenen de enfrentamientos, conflictos y desastres varios.
Así que cuando en noviembre del año pasado me invitaron a participar en una antología de relatos, me dije: Marisa, tú puedes. Escribe algo en lo que no pase ninguna calamidad. Y entonces me acordé de mi historia del oeste, pero en lugar del tahúr del Mississippy y la chica de moral distraída (imposible contar su historia en un relato) se me cruzaron unos protagonistas completamente distintos y con ellos llegó Forajido.
Es complicado escribir relatos. Tiene que aparecer la idea, pero no una cualquiera. Debe ser una que se pueda contar en poco espacio. En este caso el máximo eran diez páginas. Cuando terminé Forajido sabía que todo sucedía muy rápido, pero también pensé que formaba parte de la gracia del relato, que ocurriera aprisa, aprisa, aprisa. Además tenía la excusa de la imposibilidad de extenderme y como los protagonistas me gustaban mucho, estaba tan contenta con él y se lo enseñé a varias amigas, entre ellas a Lola (una de mis hadas madrinas favoritas y junto con Esther, cuerpo y alma de la Selección RNR ♥ ♥ ♥). Lola lo leyó y me dijo, así, tal cual: Está muy bien. ¿Dónde está lo que falta?
La imagen es de Bella Diamond ♥ pero bien podía ser yo buscando Oklahoma en el mapa |
Porque las cosas como son, cuando alguien tiene razón, hay que dársela, y el relato era divertido pero precipitado, y yo tenía claro lo que sucedía en la parte que omitía, pero no lo había desarrollado porque tenía que ceñirme al espacio previsto y era algo que había surgido para la antología y no tenía intención de prolongarlo. Tampoco creía que la historia diese de sí para la extensión de una novela convencional (doscientas cincuenta, trescientas páginas), pero Lola me animó y me dijo: ¿por qué no ves a dónde te lleva? Y no te preocupes si no es muy largo. Solo cuéntala entera.
Y como la gente que te quiere bien siempre te trae cosas buenas, aquel relato de solo nueve páginas acabó llegando a las ciento veinte, y Tom el irlandés y Felicity McIntyre tuvieron su historia.
La otra consecuencia fue que tuve que escribir otro relato para la antología (y me salió un dramón. Era el destino) que fue Cosas rotas. En cuanto al original, lo modifiqué y amplié, y lo integré en la novela repartido entre el primer y el segundo capítulo. (En total son trece más el epílogo).
Quería compartirlo por aquí para que conozcáis a Tom y Felicity y para ver si os pasa como a Lola y también os deja con las ganas de descubrir la parte que falta. He quitado el final, porque no es plan sabotearme a mí misma, y porque los cambios llegaron justo a partir de ahí. Sigue siendo corta, se puede leer en un par de horas, pero más que si es corta o larga, me gusta pensar (con esta y con todas) que lleva las palabras que necesita. Ojalá que vosotros también lo penséis, y que consiga sacaros unas cuantas sonrisas (esa era la intención). Es divertida, es tierna, trepidante y os aseguro (de veras, palabra, prometido) que esta vez apenas hay drama...
VERSIÓN 0.0
Felicity McIntyre se detuvo junto a las puertas
abatibles y miró a su compañera para infundirle ánimos.
—¿Lista, Constance?
—Cuando tú quieras —dijo su amiga un poco insegura.
Empujó la puerta con decisión. Si por Constance
hubiera sido se habrían quedado en la escuela dominical, pero aquello no era suficiente
para Felicity. Estaba dispuesta a llevar la Palabra donde más se la necesitaba.
El saloon estaba lleno de hombres y hedía a Bourbon,
a vaca y a otros olores rancios y espesos. No se amilanó. Echó una ojeada a la
clientela y enseguida localizó un posible objetivo.
—George Scott, debería darte vergüenza. Tu mujer
acaba de dar a luz. Tienes dos pequeños más. Estarán esperándote en casa y tú
mientras gastando el sueldo en alcohol.
El hombre retorció su sombrero, incómodo ante la
mirada de censura de Felicity.
—Ha sido solo un trago, señorita McIntyre. Un hombre
tiene derecho a un respiro después de una semana de duro trabajo.
—Eso mismo dijiste la última vez y estabas borracho
cuando tu esposa se puso de parto. Si no hubiese sido por los Wharton, a saber
qué les habría ocurrido.
Las mujeres miraron a George con reproche. El hombre
esquivó sus miradas. Dejó el vaso a medias, musitó unas palabras confusas y se
levantó del taburete tras depositar un arrugado billete de dólar sobre la
barra.
—De todas formas ya me iba.
Felicity y Constance cruzaron sonrisas satisfechas.
George no era mal hombre, pero le gustaba demasiado el whisky. Algunos más se
levantaron siguiendo su ejemplo. El barman las miró con mala cara. Aquellas solteronas
puritanas le espantaban a la clientela. Más de una vez había sostenido una
violenta discusión con Felicity por ese mismo motivo, pero no había forma de hacerle desistir y cualquier cosa era mejor que oírla recitar versículos de la Biblia
en medio del saloon.
Un hombre permanecía sentado aferrado a su vaso de bourbon.
La cabeza inclinada con el sombrero ocultándole el rostro. La barba oscura y
cerrada. El polvo de sus ropas indicaba lo que Felicity ya sabía, aquel tipo no
era de por allí y solo estaba de paso.
Pero eso no fue motivo para desanimarla.
—Buenos días, hermano. ¿Sabe que Dios le ama y solo
espera un pequeño gesto para volver a acoger en su amoroso seno a las ovejas
descarriadas del rebaño?
Tom tenía muchas preocupaciones en la cabeza. Aunque
pudiese parecer lo contario permanecía alerta a cuánto ocurría en el local.
Había oído aquella voz aguda recriminar algo a un hombre, pero la había
ignorado, pese a su tono molesto. Aquello no iba con él. Sin embargo, ahora
sonaba demasiado cerca para hacer oídos sordos. Alzó el rostro y miró a la
mujer por debajo del ala de su sombrero.
—Señora, no sé quién es ni me importa, pero se ha
equivocado de hombre.
Felicity se quedó petrificada por efecto de aquella
mirada. Era fría como el acero, peligrosa, profunda y tan definida como el
resto de sus facciones. El mentón amplio y firme con un hoyuelo en medio de la
barbilla que la barba no ocultaba del todo. La mandíbula cuadrada, los hombros
anchos, el rostro curtido por el sol… Felicity estuvo a punto de abrir la boca
y dar un paso atrás. Pero logró contenerse a tiempo.
—No estoy casada, así que llámeme señorita, señorita
Felicity McIntyre. Y le advierto que no es nada considerado por su parte
replicar en ese tono. «La respuesta amable calma la ira; la
respuesta grosera aumenta el enojo». Proverbios
15:1.
El barman puso los ojos en blanco, pero Tom la miró
con atención. Aparentaba unos treinta años. Gafas redondas, piel pálida y
salpicada de pequeñas pecas, cabellos cobrizos recogidos y tirantes. El busto
generoso, pero cubierto por un recatado vestido. Aire de maestra de escuela o
de esposa del pastor. Su compañera lucía de un modo parecido, solo que era más
mayor, más bajita y más tímida. No eran la clase de mujeres con la que estaba
acostumbrado a tratar.
—Cuando necesite un predicador iré a la iglesia,
pero ahora estoy en un bar. Diría que es usted la que está en el lugar equivocado.
Varios aplausos sonaron al fondo de la barra, aunque
se apagaron ante la expresión llena de justa indignación de Felicity. Aquel
forastero tenía algo que hacía que no pudiese apartar los ojos de él, pero no
se iba a dejar comer el terreno.
—El Señor está en todas partes, incluso aquí, y nada
puede impedir que haga oír su voz.
Quizá la palabra de Dios fuese omnipresente, como
decía Felicity, pero algo hizo que callase, incluso antes de que Tom pudiera
contradecirle.
Tres hombres entraron en el saloon bloqueando la luz
del exterior y la puerta. El silencio se hizo a su alrededor. Las pistolas en
las cartucheras. La placa de sheriff reluciendo en la camisa.
—Buscamos a Thomas Rafferty, también conocido como
Tom el irlandés. ¿Alguien lo ha visto?
La atmósfera se volvió quebradiza. Entonces Felicity
recordó los pasquines ofreciendo la recompensa. La imagen de pronto se le
antojó familiar. Se volvió hacia el hombre que tenía a su derecha. Había vuelto
a hundir el rostro bajo el ala del sombrero, pero su mirada se cruzó veloz y
nerviosa con la de Felicity.
Y el caos se desencadenó.
Él adivinó que lo había reconocido. Felicity apenas
tuvo tiempo de ahogar un grito. En un abrir y cerrar de ojos se vio rodeada por
los brazos de hierro de Tom. Empuñaba un revólver y apuntaba hacia el sheriff
usándola a ella como escudo.
—Dad un solo paso y abriré fuego.
Constance gritaba con chillidos cortos y repetidos,
pero Felicity no se atrevía a respirar. Por otra parte, Tom la sujetaba con
tanta fuerza que era difícil hacerlo. Los hombres mantenían los brazos abiertos
y separados del cuerpo, dispuestos a sacar sus armas al menor descuido. Pero
Tom Rafferty les llevaba ventaja. Estarían muertos antes de desenfundar.
—Voy a salir de aquí y si me seguís o intentáis
cualquier cosa, ella pagará las consecuencias. ¿Lo habéis comprendido?
—Suéltala, Rafferty —dijo el sheriff—. No empeores
las cosas.
—¡Déjeme! ¡Suélteme le digo! —gritó Felicity
luchando por recuperar el aliento.
—¡Calle y camine! —ordenó él, retrocediendo con ella
hacia la puerta de atrás. Era lo primero que hacía Tom cuando llegaba a
cualquier sitio: estudiar las posibles salidas.
En su huida estuvieron a punto de tropezar con un
hombre que descargaba cajas de whisky de un carro. Tom no se lo pensó. Cogió a Felicity
por la cintura, la alzó al pescante, subió de un salto, tomó las riendas y
arreó con furia a los caballos. El carro salió dando tumbos calle abajo. Cuando
el sheriff y sus hombres dispararon sus revólveres, las balas pasaron silbando
a su alrededor, pero no los alcanzaron.
A Felicity el corazón estaba a punto de escapársele
por la garganta. Se sentía tan alterada que olvidó incluso rezar. ¿Qué había
hecho ella para que le ocurriera aquello? Era una buena cristiana. Hacía cuanto
podía por ayudar. Trabajaba sin parar desde que se levantaba hasta que
anochecía. Sus padres, pastor presbiteriano él y esposa devota ella, le habían
enseñado desde pequeña lo importante que era honrar a Dios en todos y cada uno
de nuestros actos. Felicity había dedicado su vida a esa exaltación. De hecho,
la mayoría de los hombres que conocía la consideraban demasiado exaltada. Pero
eso no la desanimaba y seguía obrando como le dictaba su conciencia.
—¡Qué va a hacer conmigo! —gimió.
—¡Calle y agárrese
Un futuro desolador se dibujó ante sus ojos. ¿Qué
pensaba hacer ese hombre con ella? Era un bandido, un salteador, un forajido.
¿Por qué la habría llevado consigo? Seguramente la mataría para no dejar
testigos o la abandonaría en medio de la nada y se las tendría que ver con los
coyotes y las heladas nocturnas, antes de morir de hambre y sed. Tal vez
incluso la forzase antes de abandonarla en medio de la nada para que los coyotes,
las hienas y las heladas nocturnas…
Así de poco alentadores eran sus pensamientos cuando
ya bastante alejados del poblado una de las ruedas se salió del eje. El carro
volcó. Los arneses que sujetaban a los caballos cedieron y los animales continuaron
corriendo pero sin ellos, que salieron despedidos por los aires.
Tom estaba acostumbrado a caídas parecidas. Rodó
sobre sí mismo sin sufrir mayores males, pero Felicity se quedó sin sentido en
el suelo. Él se incorporó y fue a auxiliarla.
—Señora... señorita —corrigió azorado, tratando de
recordar su nombre—, Felicity, ¿se encuentra bien?
Las gafas estaban rotas y partidas por la mitad.
Varios mechones de cabello se habían escapado del recogido e incluso el vestido
estaba maltrecho. Algunos botones se habían roto por la presión y dejaban ver
la camisa interior de hilo. Era como si un vendaval le hubiese pasado por
encima. Ella abrió los ojos y lo miró sin comprender.
—¿Quién es usted?
Tom respiró aliviado.
—Espere. Le daré algo que la reanimará.
Fue a lo que quedaba del carro. Encontró una botella
de whisky que milagrosamente no estaba rota. La abrió, vertió un poco en una
taza y se la llevó. Ella bebió sin protestar, pero empezó a toser en cuanto el
líquido bajó por su garganta. Eso sí, el efecto fue inmediato. Todo volvió de
golpe a su cabeza.
—¡Usted! ¡Usted me ha secuestrado!
—¡Baje la voz! —No se veía a nadie a varias millas a
la redonda, pero no podía arriesgarse.
Ella lo miró furiosa. Sus ojos brillaban, mucho más
ahora que había perdido las gafas.
—Gritaré todo lo que quiera. ¿Qué va a hacer para
impedírmelo? ¿Me golpeará? ¿Me disparará con ese revólver? ¿Se atreverá a
usarlo contra una mujer indefensa? Que Dios se apiade de su alma si lo hace.
Pienso alzar la voz cuanto se me antoje. ¡Socorro! —gritó—. ¡Socorro! ¡Que
alguien me ayude!
Tom pensó en qué podía hacer para callarla. Felicity
lucía desafiante y despeinada. Solo se le ocurrió una idea. La cogió entre sus
brazos, la estrechó contra él y la besó.
Al principio Felicity no supo qué hacer. Le cogió
tan de improviso que la misma sorpresa la enmudeció. Luego trató de soltarse,
pero fue imposible, tenía mucha más fuerza que ella. Después pensó que era la
primera vez que la besaban. No era algo que le ocurriese todos los días.
Aquello merecía un poco de su atención.
Era tan cálido, igual de ardiente que el whisky. La
barba le arañaba el rostro, pero sus labios eran suaves y sus manos, a pesar de
sujetarla, no le hacían sentir aprisionada. Entonces Felicity comprendió: no solo
no le disgustaba que Tom, el irlandés, la besara, sino que se sentía impulsada
a abrazarse a su cuello y devolverle el beso.
Tom dudó. Lo había hecho sin pensar. Se suponía que
ni siquiera le gustaba aquella mujer. Tenía todo el aspecto de una solterona.
Era molesta y remilgada. Solo pretendía hacerle callar. Había esperado que se
resistiese,
y se había resistido, pero solo un poco, muy poco. De hecho en aquel instante
se dejaba besar y Tom descubría que le gustaba su tacto suave y el olor a agua
de colonia que se escapaba de su vestido entreabierto...
La historia completa en:
Y gracias siempre por querer leer.
uuuuuuh!!! asi una empieza el lunes con ganas, alegría y fuerza. Despues de vaguear por la cama como una hora me he puesto a navegar por aqui y por alla hasta que he recordado que hoy es 12 y sale tu novela!!! Bueno, me ha encantado conocer como surgio la novela y que nos des la oportunidad de leer esta versión 0.0... me la reservo para la hora de comer jiji me voy directa a por el ejemplar. Besos y mucha suerte con esta nueva novela, que de seguro me va a enamorar!
ResponderEliminarTú también me has endulzado el lunes <3 <3 <3 Es apenas un caramelo, pero espero que te sepa igual de dulce!!! XDD Mil besos y mil gracias, Mandy!!!
EliminarEsta noche empiezo y te cuento, preciosa!!! <3 <3 <3
ResponderEliminarY como te descuides lo acabas como me ha pasado con Mayte!! XD Ya me dirás!!! <3 <3 <3 <3
Eliminarese beso final para hacerla callar y que sin embargo les dice tanto a los dos, ¡me encanta! y menos mal que contaste bien su historia porque soy muy fan de Tom y Felicity (una que tiene suerte y fue lectora beta, jejeje), espero que tengan mucha suerte y sean los más buscados en los puntos de venta digital y ojalá lleguen al papel, aunque sea con letra gorda por eso del mínimo de páginas, jejeje, porque en mi estantería pone WANTED y hay un hueco para ellos al oeste ;) en la zona aún por conquistar.
ResponderEliminarun abrazo muy fuerte!!!
Que me quieres bien, amore, y eso se contagia a los personajes!! xD La suerte de que seas lectora cero es toda mía <3 <3 <3 Gracias por los buenos deseos y los sueños locos! XD Que nunca nos falten *.*
Eliminar¡Ay! Mira que no he leído ese final que has quitado (y menos mal jajaja), pero yo también te hubiera dicho: "¿Y el resto? ¿Dónde está? ¿Por qué lo ocultas de mí?" Jajajaja. La época del oeste también es una de mis favoritas (si yo te contara...), así que por eso es uno de los libros que he estado esperando ansiosa desde que supe que la publicabas. ¡Va a ser un éxito! Seguro. De todas formas, y aunque no te haga falta, mucha suerte ;D
ResponderEliminarPor cierto, por si no se ha notado, me ha encantado la versión 0.0 jejeje.
Saludos <3
Siempre hay que dejar en alto la intriga!!! XD Muchas gracias por leerlo, Rocío. Yo creo que el lejano oeste nos trae buenos recuerdos a todas y de eso justo va la novela (y en realidad la inmensa mayoría de lo que escribo) de evocar recuerdos y sensaciones juntas :))) Muchos besos!!!
EliminarGenial, Marisa! Creo que puedes conseguir todo aquello que te propongas y, sobre todo, hacer que quién te lee se involucre en tus historias y acaben muy lejos (esta vez en el Oeste, no te digo más).
ResponderEliminarYa la tengo en el lector y me pongo a leerla en 3,2,1... Shhhh!
Por lo menos puedo intentarlo!! XD Pero nunca sería lo mismo sin vosotras. Muchísimas gracias, eMe!!!!
EliminarHola Marisa !!!
ResponderEliminarMe ha encantadooooo.... voy a por ella.
Tienes razón cuando dices que los relatos son más complicados que las novelas, queremos contar tanto y en pocas páginas que es imposible.
Un beso muy grande y nos vemos.
Marian.
P.D. Va a ser un éxito seguro, ya verás.
Gracias, Marian, solo con tanto cariño y tantos buenos deseos ya estoy muy feliz. Ya solo falta que os guste. Ojalá, cruzo los dedos. Nos vemos muy pronto!!! ^ ^
EliminarHola!!
ResponderEliminarTengo mucha ganas de leerla, así qye me reservo esta lectura para después de la "ampliada", por si spoileas algo ;)
No tardaré jejejeje
Un besote
Un besote
¡Gracias, Pepa! No es spoileante, pero aquí entre nosotras, prefiero cómo ha quedado en la versión definitiva... XD Yo tengo muchas ganas de saber lo que te parece. ¿Te he dicho que es corta, verdad? XDD Mil besos!!!
EliminarMe leí too el post, menos el relato (prefiero tener la historia completa) y llenarme de sorpresas.
ResponderEliminarMuchísimo éxito con este nuevo proyecto!!!!!
Besitos!!!
Gracias, amore!!! Me gusta poner la miel en los labios, pero también me gusta que prefiráis leer de tirón porque me pasa igual :P Ya me contarás. Un beso grande!!!
Eliminar<3 Interesante y apasionada.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maribel. Me alegra que te haya gustado. Un beso!!!
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