7 de noviembre de 2019

Cerrar el Círculo

Hoy al asomarme a las redes me he encontrado con la noticia de que Planeta ha echado el cierre al Círculo de Lectores. Ha sido una sorpresa, pero no demasiada. En estos tiempos de inmediatez apenas quedaba espacio para el Círculo y, como muchas otras empresas que lo fueron todo en su momento (Kodak, Olivetti, Nokia...), ya es solo historia.



Será por eso, porque siempre me puede la nostalgia, por lo que me he animado a escribir sobre lo que significó el CdL para mí. Primero había pensado en subir una imagen a Instagram, pero me he dicho: Marisa, el Círculo se merece más que una foto desencuadrada y filtrada y un comentario de diez líneas hecho a toda prisa, déjate de excusas y escribe una entrada en condiciones.

Recuerdo muy bien mis primeros años de relación con el Círculo de Lectores. Para ponernos en situación, pensad que estábamos en la segunda mitad de los setenta. Yo tenía ocho o nueve años y al llegar del colegio, algunas veces, me encontraba con el agente del CdL. Quizá sea deformación mía, pero mi impresión era que mi madre no veía el momento de quitarse de encima al vendedor (yo que ella habría hecho lo mismo, de hecho sigo haciendo lo mismo con todos los vendedores), pero cuando aquel hombre se iba, la revista se quedaba y sí o sí todos los meses había que comprar algo.

En aquel entonces, para muchas familias comprar libros era un lujo que el Círculo ponía a tu alcance. Era una inversión. Una inversión en cultura, un acto de fe en el poder de transformación de los libros (por algo eran tiempos de cambio), una tentación también, porque en aquella revista tenían cabida todo tipo de historias. Había preciosas ediciones ilustradas de volúmenes clásicos (como las del Quijote y la Iliada/Odisea), best sellers que levantaban tanta polvareda que su compra resultaba obligada (y así me leí Nacida inocente, un culebrón morboso y truculento sobre una adolescente que acababa en un reformatorio), los libros que habían inspirado películas de éxito, los autores del boom latinoamericano...

Para todos los públicos

Yo me lo leía todo, empezando por la revista, todos los apartados, todas las sinopsis. Algunos no eran para mi edad, pero me los leía igual, no los entendía, pero de todas formas los leía. Varios siguen estando entre mis favoritos y los que no me gustaron siguen sin gustarme hoy en día. (En serio, hace poco hice la prueba y tenía más paciencia y más resistencia a los nueve años que ahora. Claro que entonces había menos posibilidades entre las que escoger. Seguro que eso también influye).

A principios de los ochenta dejamos Getafe y nos borramos del Círculo. Fueron tiempos complicados en mi casa e imagino que en muchas otras, años de reconversión industrial y de apretarse el cinturón. No había para comprar libros, pero sí había bibliotecas y familiares dispuestos a hacer prestamos (de libros, lo del dinero era más problemático), así que luego no podías protestar si se llevaban los tuyos, aunque quizá ya no volvieras a verlos (y como perdono, pero no olvido, todavía sigo echando en falta algunos). Como todo pasa, pasaron los ochenta y llegaron los noventa y el Círculo se relanzó. Hicieron una campaña publicitaria importante, recuerdo que para enganchar a los socios el primer pedido era gratis, y eso era una oferta difícil de rechazar. Y así, durante unos cuantos años, el idilio retornó.


Fueron los elegidos. Ya los habíamos leído, pero a Gabo nos lo prestaron y hubo que 
devolverlo, y a Tolkien fuimos nosotros los que lo prestamos solo que ya no lo vimos más. 


Pero ya eran otros tiempos, ya había libros en todas las grandes superficies (porque a día de hoy en mi pueblo sigue sin haber librería), los periódicos lanzaron colecciones a precios sin competencia (nos hicimos con todas las series al completo y ninguna era de menos de cien números), ya había muchas cadenas de televisión, ya no funcionaba lo de comprar aunque no te convenciese nada (cuando antes todo nos gustaba). Así que nos dimos de baja. Y por eso yo era la primera que veía al Círculo de Lectores con cariño, pero como algo de otra época, aún cuando hoy me he enterado de que Nubico (mi plataforma de lectura digital favorita con mucha diferencia) también forma parte del Círculo.

Espero y confío que el cierre de CdL no afecte a Nubico

Hoy he visto muchos comentarios en las redes lamentándose por el cierre del CdL, y yo también lo lamento y, sin embargo, no me siento capaz de echarle la culpa a nadie porque creo que ha sido culpa de todos (al menos de los que saltamos del barco, mi admiración y mi aplauso para los que siguieron comprando y manteniéndolo boqueando pero vivo). Pienso que el declive (tal y como fue concebido) era prácticamente inevitable, y que el problema hoy en día no es el acceso a la cultura (como sí lo era en los setenta), los retos son otros (la hiperoferta, el abuso de las fórmulas, la fugacidad de los títulos... El fast food en versión editorial) y contra eso poco podía hacer el Círculo (ni veo a Planeta por la labor de cambiar el modelo). Pero sí quería agradecerle el trabajo de tantos años, el esfuerzo por llevar la lectura a los hogares, por abrir mi mundo y hacer de mí lo que soy. Porque sin ellos, sin los libros, no habría sido lo mismo.

La esquina de pendientes y currently-reading de mi librería

Y porque más allá de las ediciones de coleccionista, del formato tapa dura o bolsillo, de leer en papel o en digital, lo importante es que sigamos cuidando los libros, que sigamos leyendo. Estoy convencida de que es el mejor homenaje que podemos rendirle al Círculo.








6 comentarios:

  1. Sinuhé el Egipcio, El padrino, El astrálago... Mis primeras lecturas. Era una cría, qué nostalgia. Un par de años estuvieron suscritos mis padres, no más, lo que se pudo... <3

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    1. Yo también leí El padrino en una edición del Círculo ♥ Mucha nostalgia, sí, pero que no se diga que no nos adaptamos a los tiempos. Hoy tocaba recordar, mañana seguimos dando guerra 😅 ¡Muchas gracias por pasar, Norma! 🧡

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  2. Recuerdo que mis abuelos estuvieron suscritos muchos años y siempre tenían la revista en su casa. Yo la miraba y le pedía a mi madre que nos suscribiéramos también pero en mi casa nunca ha habido muchos libros. Mi tía me dejaba algunos libros del círculo. Recuerdo sobre todo cuando leí «Como agua para chocolate», que tenía un cuadro precioso en la cubierta, lo que me encantó y me impactó. Una pena pero, como bien dices, sin hacer cambios en el tipo de negocio no podía aguantar mucho más. Ahora nos quedan los recuerdos, esos sí que no desaparecen :-)

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    1. «Como agua para chocolate» es una novela preciosa que también me dejó huella (y recuerdo que la leí con una de esas colecciones que vendían en los kioskos y comenzaban con precios irresistibles). Tienes razón, Carmen, los cambios son inevitables, pero siempre nos quedan los recuerdos. Me gusta pensar que una de las razones por las que escribimos es esa: para nunca olvidar ;) Un abrazo muy fuerte.

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  3. Hola!
    Tuve la suerte de tener nos padres que apostaron por inculcar en sus hijas la lectura y se hicieron socios. He leído tantas novelas, mi primera enciclopedia, CoomBi visual, en rojo, que deboraba con apenas edad para leer, todavía la guardo!!!
    Me parece una noticia tan triste, reflejo de todo lo que comentas. Pero no tengo claro que Planeta la comprara para apostar por ella, lo siento, soy mucho más mal pensada
    En fin, como bien dices estamos en otra era, y me reafirme en que no me gusta hacia donde estamos yendo, al menos a nivel de lo que me gusta leer
    Un besote

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    1. Yo también leía la enciclopedia (la nuestra se llamaba Monitor) y me metía en el baño con un diccionario... (cuando me siento rara ahora, me obligo a recordarme que ya era rarita antes XD). Y en cuanto a Planeta... lo cierto es que es obvio que vivimos tiempos de concentración empresarial (no solo en el campo editorial, pero sí es muy patente en él) y eso no puede traernos nada bueno. Ojalá que haya muchas pequeñas editoriales que puedan encontrar su nicho y sus lectores porque las necesitamos. Besos muy grandes, Pepa, y gracias siempre por pasar <3

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