30 de septiembre de 2020

Veinte años

 

Un día como hoy, pero de hace veinte años, me casaba con el hombre de mi vida.

 

 

No sé qué tienen las cifras redondas que nos hacen mirar atrás, todavía un poco  más que cuando se cumplen siete, nueve o catorce años. Por eso tuvo que ser que cuando esta primavera me animé a escribir un relato sobre el confinamiento, pensé en una pareja que, a punto de celebrar su aniversario, tiene que suspender un viaje a París. No es que sea nuestro caso, ya estuvimos allí al poco de casarnos (aunque no me importaría volver), pero con pandemia o sin ella cuesta horrores subirle a un avión, se pone a morir si el piloto hace maniobras bruscas y luego no hay forma de levantarlo del suelo del aeropuerto. No teníamos grandes planes para este año, no más allá de celebrarlo como lo hacemos siempre (en mi casa todos los días son fiesta y este año más), pero esta mañana ha tenido que salir temprano, antes de que yo me hubiera levantado (madrugar por mí es otro de esos regalos que me hace a diario), y me he puesto a escribir porque la ocasión lo merecía y porque es una de esas cosas que hago bien y que además pueden compartirse (otras tampoco se me dan mal, pero son más personales). 

                                 

Éramos jóvenes y nuestra cámara muy mala

 

Hace poco una amiga me decía que le gustaría contar su historia, pero no sabía por dónde empezar y yo le dije, empieza por el principio. El principio aquí es que nos presentó una amiga común (nunca te lo agradecí lo bastante, Conchi) y nada más verlo supe al instante que era la clase de persona con la que podía compartir mi vida (y ahora no vengáis con que no os gustan los instant love). Con todo tardamos un tiempo en lanzarnos y yo me fui a Praga sin él (tampoco era para ponerse tan nervioso, solo fue una semana), pero en cuanto estuve de vuelta (otro treinta de septiembre, y no, no fue coincidicencia) ya cogimos velocidad. Al poco empezamos a buscar casa y, como éramos jóvenes y entusiastas, en lugar de comprarla ya hecha, nos hicimos con el terreno y la construimos nosotros mismos (bueno, la construyeron unos albañiles, pero eso no evitó que tuvieramos que cargar con muchos ladrillos). 

La construcción de la casa dejó claro que nuestro amor era a prueba de obras, pero hubo otras pruebas. A los tres meses de embarazo perdimos el bebé tras dos años intentándolo. Ese día fue un golpe, pero él me sostuvo y yo ni siquiera llegué a dar contra el suelo. Después llegó Pablo (tuvimos, siempre hemos tenido, mucha suerte) y entonces (lo mismo que antes, con la casa y las tareas) nadie tuvo que explicarle lo que era la corresponsabilidad, porque él, que es sensible, inteligente y ante todo bueno, fue responsable, coparticipe y ya practicaba la masculinidad no tóxica desde mucho antes de que se pusiera de moda hablar de ello. 


Aquí ya habían mejorado mucho los píxeles de los móviles

Y claro que tuvimos épocas difíciles, como cuando dejó su trabajo de siempre para embarcarnos en una empresa nueva y en un área en la que lo desconocía prácticamente todo. Y fue duro, y tuvo muchas ganas de abandonar, y yo le decía: aguanta un poco, los inicios siempre son complicados. Pero veía lo mal que lo estaba pasando y no sabía cómo íbamos a escapar. Pero aguantó y ahora además del matrimonio, llevamos ya dieciséis años trabajando juntos (y eso debería puntuar doble, ¿o no?).

Él, que apenas lee, siempre lee mis novelas, y como otra de sus virtudes es la sinceridad (aunque no tengo muy claro que la sinceridad sea forzosamente una virtud) siempre me cuenta lo que más le ha gustado y lo que no, pero aunque no sea ninguno de mis protagonistas (tampoco Manuel), todos llevan parte de él, la mejor (y estoy segura de que eso es lo que más le gusta).

Y aunque tampoco yo sea Alicia, me pasa como a ella, no me conformo con media vida. 

Quiero una entera.

 


Y como espero que se os haya hecho corto (os aseguro que para mí lo ha sido), de aquí a otros veinte años os cuento cómo sigue la historia. 

 

 

 

 

 

6 comentarios:

  1. Por favooooor qué bonito todooo y qué lindo veros a través del tiempo :')
    Brindo por otros 20 años, qué envidia sana dais.
    Ole, ole y ole <3

    ResponderEliminar
  2. Muchas felicidades Marisa y a por veinte más!! 🥰

    ResponderEliminar
  3. Muchas Felicidades y a disfrutar de muchos más!

    ResponderEliminar
  4. Muchas felicidades ♥♥♥
    Gracias por compartir ;)
    A por otros veinte!!!
    Un besote

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias, Pepa!! Ya estamos en ello ^_^ Un abrazo muy grande!!!

      Eliminar

Si envías un comentario estás aceptando la Política de Uso y Protección de Datos:
http://marisa-sicilia.blogspot.com.es/p/aviso-legal.html