8 de abril de 2019

Y si tienes miedo, hazlo con miedo




No es nada habitual que las mujeres protagonicen películas de acción. Todavía con mucha más frecuencia son ellos los fuertes, valientes y determinados y quienes acaban con los malos. Siempre hay excepciones, claro está, hace nada vi a Charlize Theron en Atómika recibiendo golpes y repartiéndolos en el Berlín pre caída del muro (y sin despeinarse ni perder un ápice de atractivo) y también están las protagonistas de las sagas Divergente y Los juegos del hambre, chicas jóvenes y sobradamente preparadas para salvar a la humanidad.  Mi heroína de acción favorita es un poco anterior y la prefiero a otras porque tiene miedo. 


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No es que tener miedo sea algo excepcional, me vienen a la memoria muchas películas bélicas con soldados aterrados, o atracos perfectamente planificados que fracasan porque alguien pierde los nervios. Pero como os decía, me interesan especialmente las mujeres con miedo y una con muy buenas razones para estar asustada es la teniente Ripley.  


Recuerdo muy bien la primera vez que vi Alien. Me quedé sola un sábado por la noche (algo rarísimo porque en casa éramos seis, por eso no lo he olvidado). Cuando terminó la película tuve que salir a tirar la basura. Era una noche de verano, no había muchas posibilidades de que un alien decidiese aparecer justo en ese momento y se introdujese en mi cuerpo, pero lo que sentí cuando algo se cruzó en mi camino fue auténtico pánico. 


Era un gato, un gato trasnochador e inofensivo, pero ¿no estáis de acuerdo conmigo en que el miedo es libre?  

Menos mal que aquel otro animalito no era tan efusivo

Cuentan que el papel de Sigourney Weaver estaba escrito para un hombre (he leído que incluso se barajó a Paul Newman, pero que se les iba de presupuesto). El caso es que esa limitación hizo que le ofrecieran el papel a una mujer y por eso Ripley es tan dura y resolutiva, asume el mando sin vacilar y la relación con sus compañeros es solo profesional. De todo esto me he enterado después (como de que mucho más recientemente, para dar a Sandra Bullock el papel previsto para Tom Cruise en Gravity, los estudios exigieron que se incluyera en el guion a un exnovio de la NASA) y, sin embargo, para mi Ripley es una de las mejores y más creíbles heroínas femeninas jamás vistas en una pantalla (al nivel de Scarlett O´Hara elevando un rábano al cielo y proclamando que jamás volverá a pasar hambre). Y si bien es cierto que durante toda la película nos la muestran aséptica, andrógina incluso, esa ambigüedad desaparece al final, cuando Sigourney se relaja, se quita el mono y se queda en ropa interior —como haríamos cualquiera de nosotras cuando llegamos a casa y nos sentimos seguras—, abandona esa dureza que ha usado como coraza durante todo el metraje y se dulcifica.
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¿Quién dice que hay que gastar un dineral en lencería para estar bella y femenina?

Pero ni en la vida ni en las películas puedes dar nada por hecho. Es en ese momento de máxima vulnerabilidad cuando Ridley Scott decide mostrarnos lo difícil que es librarte de tus temores. Si os dan asco las cucarachas, seguro que podéis entender el terror de Ripley. No sé vosotros, pero yo asumí que no había salida. Sin embargo, a pesar del miedo, Ripley no pierde la cabeza. Usa la inteligencia, conserva el control, utiliza sus armas y gana. 



Mujer 1- Alien 0



Lo bueno de las películas (y de las novelas) es que siempre puedes echar un cable a tu protagonista (de hecho, he leído que fue el empeño del productor lo que salvó a la teniente, Scott quería acabar hasta con el gato). En la vida las cosas no son así, son más ingobernables e injustas, y hace poco, en una reunión familiar, surgió una discusión acerca del miedo y a propósito de ese lema que corre por las redes (siempre por motivos terribles) y que dice: Libres, no valientes


A mi hermano no le gustaba. Decía que le preocupaba que, impulsadas por el eslogan, dejáramos de tener miedo, actuáramos con imprudencia y, por tanto, tuviéramos más probabilidades de convertirnos en víctimas. 


Me enfadé. Le corté antes de que terminara de hablar, le dije que la solución no podía pasar por llegar a casa antes de las diez, que bastante miedo habíamos pasado ya (seguimos pasando) y que me parecía terrible avivar esos temores en lugar de poner el foco en quienes lo causan. Entonces, mi hermano, en lugar de replicarme, abrió su bolsa de viaje y junto al portátil, el móvil y las llaves, apareció un spray de pimienta, una navaja suiza, un llavero alarma…


Antes de que penséis que mi hermano es un poco paranoico (o un loco peligroso) debería explicaros que han entrado dos veces a robar a su casa, una cuando estaba fuera y otra con ellos dentro. Lo que quiero decir —lo que le dije aquel día— es que entiendo ese miedo y estoy de acuerdo en que el mundo es un lugar imprevisible y peligroso, pero también creo en la utilidad de los mensajes y en la importancia de enviar el correcto. Por eso comparto ese Libres, no valientes y por eso me gusta tanto el mensaje de Alien, más allá de que Ripley sea una mujer (pero aún más significativo porque lo es): no permitas que el miedo te paralice.


 



Es la cita con la que comienza Lo que arriesgué por ti. Fue un añadido de último minuto, porque no fue hasta el final cuando comprendí que las dudas de la protagonista, muchas de sus acciones o sus inacciones, tenían que ver con el miedo. Y no, no es que piense que es más propio de una mujer tener miedo (ahí está mi hermano para demostrarlo y os aseguro que mi hermano es mi héroe particular, él es el montañero, el aventurero y el emprendedor), pero sí es cierto que tenemos tanto que temer, tantas amenazas reales o imaginarias, tantas presiones y condicionantes, que no siempre podemos ser como Ripley. El miedo nos estanca o nos empuja a lugares equivocados. Nos hace tomar malas decisiones. 

Algo de eso le sucede a Antje  (y, aunque haya empezado con Ripley, reconozco que era de ella de quien quería hablar). En parte porque, si habéis leído Nadina o la atracción del vacío, ya conocéis a Dima, y sabéis cómo de conflictivo, de delicado, puede ser tratarle —como esos materiales que hay que manipular con cuidado para que no nos estallen entre los dedos—, podéis imaginar cómo es lidiar con los cambios de humor, con las malas costumbres, con la carga emocional (incluso delictiva) que acarrea consigo. No, Dmitry no da el perfil de yerno ideal, y yo quería para él una mujer capaz de hacerle frente, que pudiera ser barrera de contención y playa, pero también debería advertiros de que (como otras veces) Antje no es una protagonista convencional. Parece y es dura, se sale de los márgenes tácitamente establecidos y toma decisiones que incluso a mí me generaban un conflicto. Tiene que hacer frente a muchas presiones, muchos temores, y el más recurrente es el de equivocarse. 

Y si Nadina tenía esa actitud un tanto inconsciente o incluso temeraria respecto al peligro, aquí es todo lo contrario. Antje es mucho más calculadora, más racional y previsora y, como la Ripley de Alien, no puede permitirse demostrar que está asustada.

Hace unos meses descubrí a Suranne Jones y desde entonces no imagino otra Anjte


Yo espero que, cuando la conozcáis, también estéis de acuerdo. Pero excepcional o no, sí puedo aseguraros algo. En esta historia tampoco va a ganar el miedo. 







4 comentarios:

  1. Mira que te gusta ponérnoslo difícil con tus personajes, Marisa. Pero es una de las cosas que más disfruto de tus historias, esos conflictos de los que hablas y que generas en nosotras también.

    Deseando conocer a Antje y volver a encontrarme con Dima :)

    ¡Mua!

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  2. Pues conflictos va a haber un rato!! XD Pero también emoción y de corazón espero que todo compense ❤ Gracias por pasar por aquí, Mónica, pero sobre todo gracias por arriesgarte una vez más conmigo *_* ¡¡Besos grandes!!

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  3. ains... qué ganitas tengo ya, y tú poniéndonos nerviosas!!
    Buena entrada, me gustó mucho esa película y coincido en que rompió moldes. Y fíjate, no sabía que lo de Sigourney fue "secundario" y ocasionado por costes. Lo bordó
    Un besote

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    Respuestas
    1. Es curioso, ¿verdad? Al menos esa desigualdad en cuanto a costes sirvió para darnos un gran personaje, y estoy segura que Sigourney Weaber subiría el caché en las sucesivas entregas, con lo cual ahí también tenemos final feliz ;) Un beso, Pepa, y no me lo tengas en cuenta, la que está de los nervios soy yo!! XD

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