8 de marzo de 2018

Nosotras (las de ahora, las de entonces)

Hay días en los que te planteas si es necesario posicionarte, si este mínimo espacio es el adecuado o si tu aportación va a significar una diferencia. Siendo honesta, la respuesta suele ser no, pero en esta ocasión, aún sabiendo que la contestación no varía, no quería quedarme sin decir que yo también me sumo a los paros convocados este 8 de marzo.


La ilustración es obra de Paula Bonet


Para continuar con la sinceridad, cuando me enteré del anuncio de huelga, me sentí más bien escéptica. ¿Una convocatoria feminista internacional? ¿De trabajo, de cuidados, de consumo? Me sonó ambicioso e irrealizable, una de esas ideas que levantan más polvareda que resultados reales. Sin embargo, según iban pasando los días, he comprobado cómo todo tipo de colectivos, sindicatos, partidos políticos, medios de comunicación y muchos de mis contactos se alineaban. He visto discutir con pasión y multitud de argumentos, no solo para secundar la huelga o no participar en ella, sino en contra de su misma existencia. Mujeres cercanas a mí, con las que comparto generación y experiencia, que afirman no sentirse representadas por este movimiento.

Resulta que yo trabajo por mi cuenta, y en ese sentido (y en otros) me considero afortunada. No tengo problemas de brecha salarial, en su día me empeñé contra viento y marea en estudiar una carrera universitaria y lo hice mientras trabajaba y con la ayuda de becas públicas. La distribución de tareas domésticas en mi casa es equitativa y me siento apoyada y respaldada por mi pareja y bastante satisfecha con mi vida en general. Así que yo también me pregunté ¿por qué hacer huelga? Si el trabajo que no haga hoy tendré que hacerlo mañana, si los problemas no se resuelven en un día, si la igualdad la conseguimos a diario con cada gesto, con la implicación tanto de hombres como de mujeres. Me pasó con esto como me ocurrió cuando comenzaron a sonar con más fuerza las voces que afirman que la igualdad de nuestra sociedad es engañosa, las mismas que han rescatado el concepto de patriarcado y hacen del feminismo militancia. En uno u otro momento yo también me he preguntado si no estaban siendo demasiado dramáticas, radicales o exageradas. 

Y eso que yo nací en el 68 y siempre me gustó considerarme hija de aquellas otras mujeres que salieron a la calle con vestidos cortos y flores en el pelo, que convirtieron en bandera la libertad sexual y que junto con esa conquistaron otras muchas libertades (incluso aunque la generación de mi madre apenas llegó a disfrutarlas y fuimos nosotras las que le sacamos más partido). También yo recelé de las cuotas y nunca he querido que nadie me regale nada por el hecho de ser mujer. Yo reconozco que, cuando escuché esos nuevos/viejos discursos, me dije que hay realidades que difícilmente cambiarán por mucho que nos empeñemos, y más de una vez he pensado que se daba demasiada importancia a cosas que hemos sobrellevado aunque nos resultasen violentas, vergonzantes o directamente repulsivas (#metoo). Yo, que nunca me he considerado una víctima ni quiero que otras lo sean, admito que no es comparable cobrar un diez por ciento menos que tus compañeros varones a no tener derecho a ser titular de una cuenta corriente, vestir como te parezca sin que te juzguen por ello a que se te niegue la posibilidad de acudir a la universidad, el techo de cristal con la ablación genital. No, no son hechos comparables, pero no podemos negar que todas ellas son reivindicaciones justas, que tuvieron su importancia en un determinado momento y la tienen ahora. Nosotras, las de entonces, las que exprimimos todas las posiblilidades que tuvimos a nuestro alcance, no podemos obviar que esta generación se enfrenta a nuevos retos, nuevas demandas, nuevas presiones, y esta toma de conciencia, esta nueva ola, este feminismo de tercera generación, es la respuesta. Y no, decididamente no quiero estar enfrente sino a su lado, con diferencias, con aportaciones distintas, pero sin exclusiones, sin rivalidades ni excusas. No comparto que nos desgastemos entre nosotras con acusaciones como las de querer dirigir la vida de las demás, ni que la discusión se centre en si esta huelga es más o menos útil o genera conflictos o en argumentar que se instrumentaliza políticamente cuando hay tantas necesidades en las que estamos de acuerdo, mujeres que  cuidan de ancianos y personas dependientes sin reconocimiento laboral ni social, que se ven obligadas a ejercer la prostitución, que sufren todo tipo de abusos, que viven en países donde no es delito golpear a tu esposa. Porque quizá, seguro, por desgracia, esta huelga no va a ser una solución, pero contribuye a la visiblidad, a la reflexión, a que tomemos partido.  



Y por supuesto podemos seguir discutiendo los modos, las maneras y los objetivos, pero sinceramente, me gustaría (ojalá) que algún día otras mujeres recuerden a esta nueva y aún joven generación con la misma admiración que yo siento por las chicas que iban a las manifestaciones en minifalda en los sesenta o por las sufragistas de inicios del siglo XX. Seguramente también entonces las cosas habrían sido más fáciles si todas hubieramos empujado en la misma dirección. Por eso hoy yo paro, y mañana seguimos avanzando.





10 comentarios:

  1. Paramos y el mundo se para 💪
    Cómo te quiero, amiga del alma, hermana de otra madre 💘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ayer estaba en la manifestación contigo, a través de tus fotos pero sobre todo de tu energía. Caminamos juntas *.* ¡¡Abrazos enormes!!

      Eliminar
  2. Sinceridad, solidez, compromiso, verdad y fuerza en tus palabras. Remar en la misma dirección y hacerlo juntas. Hoy nos hacemos visibles y mañana seguimos apoyando el cambio desde el anonimato pero con la misma fuerza, como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Avanzar juntas. Fue muy emocionante comprobar ayer que somos tantas las que queremos avanzar en la misma dirección. Gracias por señalar tantas veces el camino, Lidia.

      Eliminar
  3. Qué bien lo has explicado 😊
    Besitos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Anabel. Ayer fue uno de esos días en los que todo se ve más claro. Ahora a seguir trabajando ;) Un abrazo.

      Eliminar
  4. Es cierto que hoy no se lucha por lo mismo, que no es comparable, pero no debemos quedarnos calladas. No cuando muchísima de la gente de este país, gente muy preparada, piensa con convicción que la igualdad si que existe. Lo piensan hombres y lo piensan mujeres. Y no, no existe la igualdad a día de hoy. A veces son pequeños detalles, barbaridades muchas otras.
    A pesar de todo, deberíamos sentirnos muy orgullosos de lo que tenemos y muy orgullosos de seguir luchando por más. No son comparable nuestras condiciones a las condiciones que viven otras mujeres en otros países. Sin ir muy lejos, Marruecos. Nacer a 14 km de España ya marca otra vida. Pero mientras hayan países que luchen por la igualdad entre mujeres y hombres, y más lo consigan, de manera indirecta ayudaremos a los que a día de hoy es una auténtica quimera.
    Tus palabras son sinceras. Que hayas publicado hoy y hayas expuesto tu opinión es de agradecer. Yo por ejemplo, tengo dudas de cómo se ha llevado a cabo esta huelga y cómo muchos la han aprovechado en su beneficio. Pero lo que significa, explicarle a esta sociedad que no es suficiente y seguir luchando por conseguirlo, es indiscutible. Yo paro, todo lo que puedo, a tu lado.
    Enhorabuena por tu entrada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, oímos tantas voces, tantos intentando arrimar el ascua a su sardina, que a veces lo importante queda diluido. Y sin embargo, la movilización, las mujeres en la calle, ha sido tan impresionante que creo que nos ha cogido a todos por sorpresa. Seguro que eso significa algo, como mínimo que nos queda muchísimo por hacer. Justo lo que comentas de Marruecos, hoy he oído en las noticias a una auxiliar de vuelo marroquí que tomaba la palabra en pleno avión y no para explicar donde estaban las sálidas de emergencia, sino para contar que no queremos que nos regalen flores ni chocolate, que lo que queremos es que nos escuchen. Me ha parecido el perfecto ejemplo de cómo todos los gestos cuentan y unen. Y me estoy entusiasmando cuando yo lo que quería decir es que me ha gustado muchísimo tu comentario. Gracias enormes, Mari Ángeles.

      Eliminar
  5. Ojalá llegue un día en que estas entradas no sean necesarias porque lo obvio se haya conseguido!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ojalá, Pepa. Yo también leí ayer bastantes, pero igual que tú habría preferido que no fueran necesarias. Hasta entonces seguiremos insistiendo. ¡Un abrazo!

      Eliminar

Si envías un comentario estás aceptando la Política de Uso y Protección de Datos:
http://marisa-sicilia.blogspot.com.es/p/aviso-legal.html